“Lo mismo que necesitamos el pan, así necesitamos el perdón. Y esto cada día.”
La vida humana tiene necesidad de amor auténtico, un amor como el de Jesucristo, lleno de misericordia, que perdona y acoge sin condiciones. No podemos sobrevivir sin misericordia, todos tenemos necesidad del perdón.
“Cuando recibimos una ofensa, sentimos dolor, pero perdonamos con el corazón.”
El perdón es la acción
por la que una persona, el perdonante, que estima haber sufrido una ofensa decide, bien a petición del ofensor o espontáneamente no sentir resentimiento hacia el ofensor o hacer cesar su ira o indignación contra el mismo; renunciando eventualmente a vengarse o
reclamar un justo castigo o restitución, optando por no tener en cuenta la
ofensa en el futuro de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y
ofendido perdonante no queden afectadas o queden menos afectadas. El perdonante
no “hace justicia” con su concesión del perdón, sino que renuncia a
la justicia al renunciar a la venganza o al justo castigo o compensación en
aras de intereses superiores.
El perdón no
debe confundirse con el olvido de la ofensa recibida. Tampoco perdona quien no
se siente ofendido por lo que otras personas considerarían una ofensa. Tampoco
perdona quien deja de sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto
ofensor que hacen ver la inexistencia originaria de ofensa alguna.
El perdón es
obviamente un beneficio para el perdonado pero también sirve al perdonante
(que también está interesado en ver recompuestas total o parcialmente sus
relaciones con el ofensor y en ocasiones cumple al perdonar una obligación
moral o religiosa) y a la sociedad, pues contribuye a la paz y cohesión
sociales y evita espirales de venganzas; motivo por el que religiones y
diversas corrientes filosóficas lo recomiendan.
También se
habla en un sentido impropio de perdonar un castigo, una deuda u otro tipo de
obligación en el sentido de renunciar a exigirla.
Etimologia de Perdón:
De acuerdo
con la Real Academia Española las palabras perdón y perdonar provienen del prefijo latino “per” y del verbo latino “donāre”, que
significan respectivamente “pasar, cruzar, adelante, pasar por encima de” y “donar, donación, regalo, obsequio, dar (si
procede de la palabra donum, y hasta que se cumpla el tiempo (estipulado), (si procede de la palabra donec)” lo cual implica la idea de una condonación, remisión, cese de una falta, ofensa, demanda, castigo, indignación o ira, eximiendo al culpable de una obligación, discrepancia o error.
Elementos del perdón:
La acción de perdonar
conlleva la existencia de las siguientes situaciones o hechos:
1. Existencia de una ofensa
de cualquier tipo.
2. Conocimiento de la ofensa
por el ofendido, por la “confesión” del propio ofensor o por otros
medios.
3. El perjudicado por la
ofensa se siente ofendido.
4. Se modifica la actitud
del ofendido hacia el ofensor (resentimiento, situación de enfado).
5. (eventualmente)
conocimiento por el ofensor de la afectación de las relaciones entre ofensor y
ofendido.
6. (eventualmente) el
ofensor siente y/o manifiesta su vergüenza y/o arrepentimiento.
7. (eventualmente) el ofensor
reconoce su error y culpa y/o solicita el perdón y/o da una satisfacción al
ofendido para hacerse merecedor del perdón; quien pide perdón reconoce ante sí
mismo su propio error y culpa, vence su orgullo y se humilla ante el ofendido,
solicitándole la gracia del perdón (lo que puede afectar a la autoestima); se
arriesga a haber reconocido la culpa o responsabilidad para eventualmente no
recibir el perdón solicitado.
8. El ofendido decide
perdonar al ofensor.
Factores que facilitan la obtención del perdón:
Aunque el
ofendido es teóricamente libre de perdonar o no y el perdón es por tanto en
teoría un acto graciable que no puede ser exigido, de hecho aumentan para el
ofensor las posibilidades de ser perdonado:
- Cuando el
ofensor explicita su pesar o arrepentimiento.
- Cuando ha
solicitado el perdón sobre todo si se lo hace públicamente.
- Cuanto
menos grave fuera la ofensa.
- Cuando se
ha compensado al ofendido por el daño.
- Cuanto más
importante sea su relación con el ofensor.
- Cuando el
ofensor manifiesta su ánimo de enmienda.
- Cuando el
ofendido considera el acto de perdonar como una obligación moral o religiosa.
Tipos de perdón:
· Perdón pleno/parcial: En el perdón pleno,
el perdonante “perdona y olvida” es decir no sólo decide no odiar
al perdonado, sino que recupera la relación de confianza o amor con el perdonado como si
la ofensa no hubiera tenido lugar. En el perdón parcial, el perdonante decide
no odiar al perdonado por la ofensa recibida, pero no se recomponen totalmente
las relaciones preexistentes.
· Perdón condicional/incondicional: En el
perdón condicional, el perdonante subordina algunos o todos los efectos del
perdón al seguimiento por parte del perdonado de ciertas reglas de conducta o
al cumplimiento de cualquier otro tipo de condición.
· Perdón expresado/tácito/no expresado: El perdonante puede
optar por comunicar expresamente al perdonado la concesión del perdón o bien
por hacérselo ver por hechos más o menos concluyentes o bien optar por no
comunicarle de modo alguno la concesión del perdón.
· Perdón espontáneo/solicitado: El perdón solicitado es
el que se produce tras la petición de disculpas del ofensor, el espontáneo
tiene lugar sin tal petición.
· Perdón humano/divino: Según quién sea quien
perdona, Dios o el ofendido, el perdón
será divino o humano.
Concepciones Religiosas, espirituales o filosóficas del perdón:
Pitaco Rey
de Mitilene uno de los 7 sabios de Grecia dejó en libertad al
asesino de su hijo expresando:
«El perdón es mejor que el castigo».
Aristóteles,
en su Ética a Nicómaco afirmó que “cuando un hombre da pruebas de juicio
en las cosas que son del dominio de la prudencia es porque es inteligente,
tiene buen sentido y en caso necesario sabe ser indulgente y perdonar porque los
procedimientos honrosos y benévolos son los que emplean todos los hombres
verdaderamente buenos en sus relaciones con los demás hombres.”
El filósofo estoico romano Séneca en su obra “De la Clemencia”,
desaconsejaba el perdón como contrario a la justicia, pero sí que aconsejaba la
clemencia: “Diré por qué no perdonar establezcamos primeramente qué es el
perdón para convencernos de que el sabio no puede concederlo.”
El perdón es remisión de castigo
merecido. ¿Por qué no debe concederlo el sabio? Ampliamente desarrolladas se
encuentran las razones en los que han tratado de esto. Por mi parte, lo diré
con brevedad, como refiriendo opinión ajena. Se perdona al que debería ser
castigado: ahora bien el sabio no hace nada de lo que no debe hacer, ni omite
nada de lo que debe realizar, así, pues no remite la pena que debe imponer pero lo que quiere obtenerse por el perdón lo concede por camino mucho más
honroso porque el sabio tolera, aconseja y corrige. Hace lo mismo que sí
perdonara y no perdona porque perdonar es confesar que se omite algo que
debería hacerse.
Hablemos de la Clemencia:
La clemencia no es obra de perdón sino de clemencia, tiene
libre albedrío no juzga por fórmulas sino por el bien y la equidad.
Permitido le está absolver y tasar los castigos en el precio que le
conviene. Al obrar de esta manera no pretende anular la justicia, sino que sus
sentencias se ciñan a lo más justo. Perdonar es no castigar lo que se juzga perdonable. Perdón es remisión del
castigo debido, el primer efecto de la clemencia es declarar que los indultados
no debían padecer otra pena. Es por consiguiente más completa y honrosa que
el perdón.
Todas las “religiones universales” recomiendan:
a) Perdonar a los demás.
b) Pedir perdón por las
ofensas a los demás y
c) Solicitar el perdón
divino de los pecados así como no sentir rencor por los castigos o designios
divinos, eventualmente crueles o incomprensibles para los humanos.
En el judaísmo:
El Yom ha kipur o día del perdón se celebra el 10 de Tishrei, 10 días
después del año nuevo. Es la festividad más solemne y respetada del calendario
judío. Este día se inicia como todas las fiestas judías la tarde del día
anterior. Se observa un ayuno riguroso, es un día que se dedica a la plegaria y
al arrepentimiento por las faltas cometidas durante el año esperando el perdón
de Dios que ha de perdonar a todos quienes se arrepienten sinceramente.
En el cristianismo:
El perdón entre los hombres en el Antiguo
Testamento. El Dios del Antiguo
Testamento hace múltiples referencias al perdón de
Dios pero no insiste en reclamar que los hombres se perdonen entre sí; se lo
considera no como un imperativo moral sino como algo loable pero realmente no
exigible. En las oraciones contenidas en los Salmos se contienen numerosas peticiones de misericordia o perdón por los propios pecados pero
también peticiones de que Dios castigue duramente a los inicuos o a los
enemigos del orante o del pueblo de Israel.
“Él aplastará a nuestros enemigos.”
Salmo 108:15
“[...] por tu amor, aniquila a mis enemigos, destruye a mis opresores, pues
soy tu siervo.”
Salmo 143:12-13
El perdón divino en el Antiguo Testamento:
Para obtener el perdón
divino exige:
· El reconocimiento y confesión de los
pecados (2 Crónicas 7, 14, Nehemías 9, 2-37, Jeremías 18, 7-11) con sinceridad
(Isaías 58, 3-10)
· Penitencia en forma de sacrificios o ayuno
(Levítico 5 nº 15, 22-28, Samuel 12, 13-16) o limosna (Daniel 4, 24, Tobías
4, 7-11)
El perdón en el Nuevo Testamento:
El
perdón es considerado como imperativo moral y ya no como mera virtud potestativa. En el Nuevo
Testamento Dios es misericordioso y está mucho más presente y perdonarse los
unos a los otros se considera un imperativo moral pues el perdón a quienes nos ofenden y nos odian es uno de los mayores ejemplos
de amor al prójimo; así como en el Antiguo Testamento escasean las referencias
al perdón entre los hombres éstas abundan en el Nuevo Testamento que
recomienda poner la otra mejilla y amar a nuestros enemigos. Jesús
recomendó perdonar “setenta veces siete” (Mateo 18:22) es decir no
cansarse de perdonar.
La parábola del hijo pródigo enseña las diferencias del perdón entre
los seres humanos y su analogía con Dios como perdonador para quienes buscan
de su perdón.
“Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a nuestros ofensores. Y no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal… Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas vuestro Padre celestial también os perdonará
a vosotros.”
Mateo 6:12-14
Entonces Pedro se acercó y le dijo: -Señor, ¿Cuántas veces pecará mi
hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: -No te
digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.”
Mateo 18:21-22
Mirad por vosotros mismos: Si tu hermano peca, repréndele y si se
arrepiente, perdónale. Si siete veces al día peca contra ti y siete veces al
día vuelve a ti diciendo: “Me arrepiento”, perdónale.
Lucas 17:3-4
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto
con toda maldad. Más bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con los
otros, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en
Cristo.”
Efesios 4:31,32
La Iglesia católica:
Santo Tomás
de Aquino, impresionado con la oración a menudo por él mencionada y que es la
oratio de la misa del X domingo después de Pentecostés, que dice:
"Deus qui
omnipotentiam tuam parcendo maxime manifestas" "Oh Dios que
manifiestas tu omnipotencia sobre todo por el perdón...", afirma que
"el perdón de Dios configura un poder superior al hecho de crear los
cielos y la tierra".
Las
oraciones más importantes para el cristianismo, el "Kyrie Eleison",
el "Credo" de la Iglesia católica y el tradicional "Padrenuestro"
mencionan el perdón de las ofensas y de los pecados:
El Credo:
Creo en Dios Padre Todopoderoso.
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo su Hijo Nuestro Señor.
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue
hecho;
que por nosotros los hombres, bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato,
padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar vivos y muertos, y su reino no tendrá
fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
Padre nuestro:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Amén.
El pecado es
una ofensa a Dios que por tanto también tiene algo que perdonar a través del
sacramento de la confesión o penitencia. A través de los sacerdotes se obtiene
el perdón divino por medio de la llamada “absolución”. La Iglesia
católica sostiene esta capacidad del sacerdote en las palabras que el evangelio
pone en boca de Jesús: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los
pecados, les quedan perdonados. A quienes se los retengáis les quedan
retenidos” (Jn 20, 23).
La Biblia destaca mucho más como obligación religiosa perdonar que
pedir perdón. Pese a la multitud de ocasiones en las que en la Biblia
(particularmente en el Nuevo Testamento) se recomienda perdonar a los demás no
se encuentran referencias similares ordenando pedir perdón a los demás
ofendidos, salvo a Dios, por ejemplo en los Salmos.
Absolución de los pecados en la Iglesia católica:
Como indicó la católica Congregación para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacramentos en su circular de 20 de
marzo de 2000: La constitución divina del Sacramento de la Penitencia
comporta que cada penitente confiese al sacerdote todos los pecados mortales,
así como las circunstancias que lo especifiquen moralmente y que recuerde después
de un atento examen de conciencia. Por esta razón, el Código de Derecho
Canónico establece con claridad que la confesión auricular y secreta y la
absolución es el único medio ordinario por el que un fiel que tenga conciencia
de pecado mortal es reconciliado con Dios y con la Iglesia.
El Catecismo exige para la obtención del perdón divino: 1.- Examen de
conciencia. 2.- Dolor de corazón. 3.- Propósito de enmienda. 4.- Decir los
pecados al confesor y 5.- Cumplir la penitencia.
En el Budismo:
El
perdón se concibe como una práctica para prevenir pensamientos dañinos que
puedan alterar nuestro bienestar mental. El budismo
reconoce que los sentimientos de odio y rencor dejan un efecto duradero en
nuestra karma. De
hecho el budismo promueve el cultivo de pensamientos que dejen una sensación
sana. "En la contemplación de la ley kármica somos conscientes de que no hay
razón para buscar venganza pero practicando el metta y el perdón, puesto que el
agresor es, realmente, el más desafortunado de todos"
Cuando surge el resentimiento, la visión budista tiene un proceder
tranquilo hacia su dispensación buscando la causa desde su raíz, este se centra
en la liberación del sufrimiento y el engaño, por medio de la meditación
recibiendo con ella entendimiento de su naturaleza. El Budismo cuestiona la realidad de las
pasiones que hacen posible el perdón y los objetos de esas pasiones. “si no perdonamos, continuamos
creando una identidad alrededor de nuestro dolor, y esta es la que renace
continuamente, esta es la que sufre.”
El Budismo pone mucho énfasis en los conceptos de Mettā (tierna amabilidad), karuna (compasión), mudita (gozo compasivo), y upekkhā (ecuanimidad), como medios para evitar
el resentimiento en primer lugar. Esas reflexiones son usadas para el contexto
del sufrimiento en el mundo, tanto el nuestro como los demás.
En el Islam:
De Dios (Alá) se predica constantemente que es El Clemente, El Misericordioso (al-Rahman al-Rahim). El Corán, la Escritura de los
musulmanes, deja claro que Dios castiga, pero también perdona. El islam enseña
que Dios es “el misericordioso” y la fuente original de todo perdón.
El perdón frecuentemente requiere el arrepentimiento de quienes han de ser
perdonados. Dependiendo del tipo de error cometido, el perdón puede provenir
directamente de Dios, o del ofendido. En el caso del perdón divino, la petición
de tal perdón y el arrepentimiento es relevante; en el caso del perdón humano,
es importante tanto perdonar como ser perdonado.
El libro fundamental del Islam, el Corán, enseña que sólo hay un pecado que Dios
no perdona, la asociación de otros dioses a Dios (politeísmo) si se mantiene hasta la muerte, pero
sí perdona a quien vuelve a Dios e implora sinceramente perdón y abandona la
adoración de los demás dioses (Corán 4:116). El Corán recomienda insistentemente pedir a Dios perdón por los pecados: “…e implorad el perdón de Al-lah. Ciertamente Al-lah es Absolvedor, Misericordioso.” [Corán 2:199]; “Y os exhorta a que pidáis perdón a
vuestro Señor y os arrepintáis.” [Corán 11:3].
En a llamada “noche
del perdón” (Laylat al-Barh), que se celebra el décimo quinto día del
octavo mes, Dios determina el destino de cada persona para el siguiente año. La
gente se perdona los pecados mutuamente y pasa la noche en oración. Para ser perdonado por
Dios el Corán exige tres requisitos:
1. Reconocimiento de la
ofensa ante uno mismo y ante Dios.
2. Proponerse no repetir
la ofensa.
3. Pedir a Dios el perdón.
Perdón en el ámbito jurídico:
Por perdón en el ámbito
jurídico pueden entenderse tres cosas bien distintas:
a) El perdón del ofendido
por un delito o falta penales
b) El perdón de las deudas,
técnicamente llamada “condonación”
c) El perdón de las penas
concedido discrecionalmente por el Estado, por medio del llamado “indulto”.
Y cuando os pongáis de pie para orar, si tenéis algo contra alguien, perdonadle, para que vuestro Padre que está en los cielos también os perdone a vosotros vuestras ofensas.”
Marcos 11:25-26
Sobre todo, tened entre vosotros un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados.”
1 Pedro 4:8
Perdón es una palabra muy difícil de pronunciar, pero es necesario. La actitud de pedir perdón y perdonar es una actitud que sana, libera, restaura y cura las dolencias del corazón.
El que es incapaz de PERDONAR es incapaz de AMAR.
Nunca trates de dominar a quien te pide perdón por su error porque, entiéndelo, eres más importante que su ego.
El perdón es un regalo silencioso que dejas en el umbral de la puerta de aquellos que te han hecho daño.